Durante años la sola mención del nombre de Josu Ternera era sinónimo de atentados, bombas y destrucción. Con él al frente del aparato militar, ETA desplegó a principios de los 80 una ofensiva mortífera que llegó a acercarse al centenar de muertos en 1980. Era duro. Se opuso a las conversaciones de paz de Argel con el gobierno socialista de Felipe González de 1989, año en el que fue detenido en Francia.
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